Vamos con atraso, pero …¡vamos! Actualizamos el blog con el
libro que comentamos el día 10 de enero: Trenes rigurosamente vigilados, del
escritor checo Bohumil Habral. No es la novela más significativa de este autor
pero sí la más célebre, al haber sido llevada a la gran pantalla por el
director de cine Jiri Mezel, trabajo que mereció el Óscar a la mejor película
extranjera el año 1966. Esta obra se aleja del estilo nebuloso que caracteriza
las otras creaciones de este autor, respondiendo más a un tipo de literatura
realista y comprometida y se convierte en un ejemplo de lo que muchos habían
vivido con ocasión de la ocupación nazi en la II Guerra Mundial. La obra en sí
es la ampliación de una narración suya, escrita en 1949, que se titulaba Leyenda de Caín que a su vez estaba
inspirada en El extranjero de Albert
Camus. En el relato asoma con fuerza el tema del suicidio –tema que preocupó
constantemente a Hrabal como se deduce de alguna entrevista que le hicieron, e
incluso se llegó a cuestionar si su muerte fue accidente o suicidio- pero en
la novela el suicidio es sustituido por la muerte a manos del enemigo.
Los Trenes
rigurosamente vigilados(1965) eran los convoyes en los que las tropas
alemanas transportaban armas y munición. La acción se desarrolla en una pequeña
estación ferroviaria situada en un pueblo ubicado en la frontera entre la
antigua Checoslovaquia y Alemania en el año 1945. Su protagonista, Miloš, es un
joven aspirante al puesto de factor del ferrocarril donde coincide con el
titular de la plaza, Hubička, un tipo hedonista y mujeriego que al final
demuestra que es algo más. Añadimos a los personajes el jefe de la estación, un
colaboracionista obsesionado con las palomas y Máša, revisora de tren y novia
del protagonista con la que vive su primera experiencia
sexual, que resultará fallida. En varias ocasiones de la novela dice: “… me quedé
mustio como un lirio”. Estilísticamente es una novela corta que mezcla toques
oscuros de la situación histórica con la luminosa experiencia vital del día a
día, desplegando un humor, negro en muchos momentos, ironía y comicidad en
situaciones absurdas. Todo ello con el trasfondo trágico de la guerra demostrando
lo absurdo de las contiendas que hacen enfrentarse a pueblos cuando sus
mandatarios lo deciden.
Lo curioso del encuentro que tuvimos fue que los que habíamos visto la
película comentamos más de ella que del libro, estableciendo un paralelismo
entre la forma de plantear una situación en una y otro, así como buscando la
explicación de por qué en su día causó tanto revuelo la proyección del filme. (En el año 1966 ver “un culo” con sellos en la gran pantalla era excepcional, como las
constantes alusiones sexuales que hay en la película, que hoy en día no sorprenden).
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