jueves, 15 de diciembre de 2016

Instrumental, de James Rhodes




El autor del libro con el que acabamos el año no precisa ninguna presentación adicional: todo está en el libro. Si queremos conocer al autor su lectura nos lo descubre desde los pies a la cabeza: su aspecto físico, sus aficiones, sus pasiones, sus fantasmas, sus miedos y, sobre todo,  el pasado que marcó su existencia desde niño tras vivir la experiencia quizá más horrorosa que puede sufrir una persona: una violación. No una, sino una secuencia interminable de ellas durante años por parte de un profesor de gimnasia que destrozó su vida y la de las personas de su entorno. Pero el libro no sólo habla de lo desgraciado que fue el autor,  también muestra el camino de esperanza (de salvación dirían los más espirituales),  que le proporcionó el conocimiento y la práctica de la música clásica. Fuera del sórdido mundo de las drogas, de los manicomios, de la prostitución, subyace una ilusión por seguir viviendo y una defensa a ultranza de la popularización de la música clásica, hasta ahora reservada para un exclusivo círculo de eruditos.
Es un libro obsceno tanto en el fondo como en la forma pero…  hay que leerlo. Las introducciones de cada uno de los capítulos, en los que nos presenta la vida y milagros de sus compositores preferidos y justifica por qué ha elegido unas piezas determinadas para que escuchemos (igual que procede antes de interpretar en sus conciertos), incitan a proseguir leyendo y bucear en esa vida desgraciada donde las haya y a acompañar a una persona tan victimista que muchas veces te dan ganas de decirle: ¡ahí te quedas! Sin embargo, acabas empatizando con él, porque le tienes lástima, porque piensas que lo que le pasó justifica cualquier actuación suya por  muy delirante y aberrante que sea y entonces, virtualmente, le extiendes la mano y le dices: ¡levántate y anda!
Os dejamos los enlaces a dos entrevistas al autor emitidas en la televisión, una de ellas muy recientemente. 



jueves, 1 de diciembre de 2016

Matar un ruiseñor, de Harper Lee.





Hoy comentamos un libro que no necesita presentación porque es hartamente conocido por todos. Cuando repartimos los libros en la anterior sesión la mayoría lo conocía aunque no tantos lo habían leído, pero el nombre de Atticus no resultaba desconocido para ninguno. Todos recordamos a Gregory Peck interpretando al abogado Atticus Finch en la película homónima del director Robert Mulligan, papel por el que recibió el preciado Oscar al mejor actor protagonista (por cierto, la tenéis en la Mediateca si queréis volver a verla).  Pero volvamos al libro, que es lo que nos ocupa;  Matar un ruiseñor fue escrita por la estadounidense Harper Lee con un trasfondo autobiográfico; se publicó en 1960 y recibió el Premio Putlizer en 1961, convirtiéndose en un clásico de la literatura norteamericana contemporánea. La obra está escrita en primera persona, desde la perspectiva de Scout y no en el tradicional estilo del narrador omnisciente. Utiliza la analepsis o flashback, en la que es común el rompimiento del orden cronológico de la historia con vueltas al pasado.
Está redactada en un lenguaje sencillo, claro y limpio; tal vez por ello sea una obra muy bien valorada de los lectores jóvenes y , de hecho, muchos la han catalogado como novela juvenil. Lleva un ritmo rápido, cinematográfico. No resulta extraño que se llevara casi inmediatamente al cine, en 1962, e incluso se hizo una adaptación teatral. La novela se publicó cuando estaba empezando el movimiento por los derechos civiles, antes de que fuesen derogadas las leyes racistas que habían dominado el sur de Estados Unidos; no lo hemos hecho a propósito, pero no deja de ser curiosa la coincidencia: la vamos a comentar justo el día que se cumplen 61 años desde que Rosa Parks se negó a ceder el asiento a un blanco y moverse a la parte trasera del autobús en ese mismo sur estadounidense que refleja la novela. 
La publicación de la segunda obra de la autora, en julio de 2015, con el título de Ve y pon un centinela (sus originales se habían extraviado y no fueron encontrados hasta 2014), se consideró el acontecimiento editorial del año a nivel mundial. Al parecer, se trata en realidad de la primera novela que escribió Harper Lee, de la que Matar un ruiseñor iba a ser solo un capítulo.
Harper Lee, nacida el 28 de abril de 1926 en Monroeville, Alabama, murió en la misma ciudad el 19 de febrero de 2016; pocos autores han pasado a la historia de la literatura por una sola novela, como ella. Y menos aún con un solo personaje, Atticus Finch, un ejemplo de ética e integridad moral, dotado de una profunda capacidad de empatía: “Uno no comprende realmente a una persona hasta que se mete en su piel y camina dentro de ella”.