Margarita, está linda la mar, de Sergio Ramírez.
1907.
León, Nicaragua. En el transcurso de un homenaje que le rinde su ciudad
natal, Rubén Darío escribe en el abanico de una niña de nueve años uno
de sus más hermosos poemas: «Margarita, está linda la mar...»1956. En un
café de León, una tertulia se reúne desde hace años, dedicada, entre
otras cosas, a la rigurosa reconstrucción de la leyenda del poeta. Pero
también a conspirar. Anastasio Somoza visita la ciudad, en compañía de
su esposa, doña Salvadorita. Está previsto un banquete de pompa y
boato.Habrá un atentado contra la vida del tirano, y aquella niña del
abanico, medio siglo más tarde, no será ajena a los hechos.