miércoles, 31 de octubre de 2018

La cena, de Herman Koch



Hoy nos reunimos el miércoles 31 por ser festivo el jueves día 1 de noviembre (festividad de Todos los Santos) y comentamos un libro que no deja indiferente a nadie, La cena, del holandés Herman Koch, también adaptada al cine por el director Oren Moverman (2017). El autor se inspiró para escribirla en algo que vivió estando de vacaciones en Barcelona, el crimen cometido por unos jóvenes de buena familia que golpearon brutalmente y luego quemaron viva en un cajero a una indigente, María del Rosario Endrinal. Este hecho le sirvió como escenario novelesco para escribir La cena (2005), en la que no indaga en el crimen sino sobre las consecuencias.
El argumento brevemente es el siguiente: dos hermanos, Serge y Paul (el narrador) comparten una cena en un restaurante de lujo con sus esposas (Babette y Claire). Comienzan una charla intranscendente (hablan de cine, de vinos, etc.), pero el motivo principal por el que se reúnen se desvela ya avanzada la lectura y es que los hijos del matrimonio han protagonizado un incidente criminal  cuya responsabilidad puede recaer en parte sobre los padres. El autor es original al compartimentar la trama en bloques que se ajustan al contenido de un menú (aperitivo, entrada, primer plato, segundo plato, postre, digestivo y propina), imprimiendo un ritmo “in crescendo” a la acción que incita al lector a no abandonar el libro hasta finalizar su lectura.
La novela aborda varios temas de actualidad: el aborto, el racismo, los valores personales, las deficiencias del sistema educativo… pero el eje central es el amor paterno-filial. Y basándonos en esta última idea surge, una vez leída la novela, una pregunta crucial: ¿hasta dónde seríamos capaces de llegar para encubrir a un hijo que ha cometido un terrible delito?

martes, 23 de octubre de 2018

Señora de rojo sobre fondo gris, de Miguel Delibes



El libro que hemos comentado hoy en el Club de Lectura Matinal lo escribió Delibes tras el fallecimiento de su esposa Ángeles de Castro, figura imprescindible en su vida. Con un marcado sentido autobiográfico narra, en clave de monólogo,  la vida de un pintor (Nicolás) que se ve sumido en una profunda tristeza y melancolía tras la muerte de su mujer después de padecer una larga enfermedad. Un relato impregnado de la evocación del amor perdido y de un profundo y persistente miedo a la muerte. Delibes en unas declaraciones confiesa este temor: «El presentimiento del dolor —dice Delibes—, ese tremendo sufrimiento cuando se te muere alguien muy cercano. De mi propia muerte, lo único que me preocupa es el hecho físico de morir: me gustaría que fuese de un modo rápido y en mi cama. […] [Mi amargura precoz] supongo que será una herencia neurótica como tantas otras cosas. Lo cierto es que la muerte para mí era una obsesión. Y no sólo como posible protagonista de esa muerte» («Miguel Delibes. Un castellano de tierra adentro», entrevista por Joaquín Soler Serrano, Escritores a fondo. Entrevistas con las grandes figuras literarias de nuestro tiempo, Barcelona, Editorial Planeta, 1986, p. 19). 
La novela es todo un canto al amor, al gran amor, ése que permanece más allá de la muerte y una auténtica reivindicación de un concepto del amor que no está de moda, pero con el que seguimos soñando casi todos. 
Para el escritor su compañera y madre de sus siete hijos fue una presencia permanente hasta el final. Ella, según sus propias palabras, era su "equilibrio, la mejor mitad de mí mismo". Ella fue quien le estimuló en sus lecturas, quien le animó a escribir y quien le alentó a presentarse al Premio Nadal, que ganó con La sombra del ciprés es alargada cuando apenas era un titubeante aprendiz de escritor que estaba lejos de saber que iba a ser uno de los grandes nombres de las letras españolas.




jueves, 4 de octubre de 2018

La joven de la perla, de Tracy Chevalier



Hoy hemos comentado en el Club de Lectura Matinal un libro publicado en 1999 y  que se convirtió en un best seller tras su salida al mercado. Se trata de La joven de la perla de la escritora estadounidense afincada en Londres Tracy Chevalier, un libro inspirado en la creación del famoso cuadro La joven de la perla de Vermeer. La película basada en la novela recibió tres nominaciones al Premio de la Academia en 2004
El argumento, en esencia, es el siguiente: Griet, una muchacha humilde diecisiete años, entra a formar parte del servicio doméstico de la familia Vermeer y pronto se verá absorbida por el ritmo frenético de trabajo de la casa;  lavar, planchar, hacer la compra en el mercado, limpiar y fregar se convertirán pronto en las únicas tareas a las que dedicar su tiempo,  todas muy pesadas y fatigosas,  salvo una que le reportará bastante emoción a su monótona existencia: limpiar el estudio de un pintor y ser protagonista de cómo surgen las primeras pinceladas de un cuadro. 
Todos estos ingredientes, unidos a una enigmática fascinación por la personalidad del bohemio y abúlico pintor, pasarán de ser un grato pasatiempo a un peligroso juego de seducción. Quien haya visto la película homónima observará la fidelidad con la que el director ha seguido el libro.
Tanto el libro (y otros de la misma autora) como la película están disponibles en la biblioteca: http://bit.ly/2DWFPjV

jueves, 20 de septiembre de 2018

La librería, de Penelope Fitzgerald



Puede parecer una buena idea inaugurar una pequeña librería en Hardborough, un pueblo de la costa este inglesa donde la actividad cultural se reduce a un ciclo anual de conferencias sobre cuestiones locales que organiza el párroco.

Y puede que la idea aún resulte más atractiva cuando la emprendedora ha trabajado previamente en una gran librería de Londres y, por tanto, conoce el negocio.

Todo ello conforma un escenario idílico, pero La librería, de Penelope Fitzgerald, es cualquier cosa menos bucólica y amable. Su lectura resulta inquietante desde las primeras páginas y parece que la humedad que todo lo corroe en Hardborough salta del texto al lector. Algo extraño e inaprensible flota sobre toda la novela sin que podamos ponerle nombre.

Comencemos por las fuerzas sobrenaturales: Old House, la casa que compra Florence Green para su librería está habitada por un rapper, nombre con el que los lugareños designan a pequeños espíritus algo juguetones que acostumbran a alterar la vida cotidiana en los hogares, y que con sus ruidos y movimientos de muebles atormentará a los clientes de la librería.

Sigamos con la climatología, que hace de los inviernos un largo paréntesis en el que la vida del pueblo queda suspendida en medio de un vendaval que azota la costa y que amenaza con llevarse por delante las pocas infraestructuras que se han logrado mantener. Los breves meses de verano apenas parecen suficientes para que el gasto de los turistas que visitan la costa palíen los destrozos. Tampoco los rayos del sol logran ahuyentar las manchas de humedad y el olor a moho. 
Pero, sin duda, son los habitantes de Hardborough el mayor obstáculo que deberá superar Florence en su empeño librero. Y aquí es donde comienzan sus verdaderos problemas; aunque la mayoría de sus vecinos muestran una frialdad y recelo difícilmente explicables, la oposición a Florence se articula en torno a Violet Gamart, verdadera referencia social en el pueblo. Ser invitado a las veladas en The Stead, su mansión, es la aspiración de quien pretenda ser alguien en el pueblo. Como todos quienes no tienen otro oficio conocido que el de gastar el tiempo que su posición económica les ofrece en exceso, pretende tener interés en mejorar la vida cultural de la comunidad. Pero Florence no encontrará un apoyo en ella, al contrario; Violet entablará una lucha sin cuartel contra la pequeña librería, dedicándole toda su inquina y capacidad de intriga para lograr sus fines.

Y es que el interés de Florence por el negocio literario hace despertar las ambiciones artísticas de la dama. Ni siquiera el edificio que compra mediante un costoso crédito logra esquivar la codicia de Violet. Old House es una casa antigua, en estado casi ruinoso, con mala fama por su activo rapper y con serios problemas de humedades, pero Violet ha decidido que es la ubicación ideal para un centro cultural en el que dar pequeños conciertos y conferencias a su gusto.

La determinación de la librera por llevar a buen fin su negocio soñado tendrá un aliado en la persona de un anciano de porte aristocrático que se alza como contrapoder en el pueblo frente a The Stead. Aunque el anciano ha perdido gran parte de su influencia, tomará partido a favor de Florence, cuya librería se convertirá en el último capítulo de esta lucha casi eterna. 

Una vez visto  el escenario que nos describe la autora, podemos adentrarnos en algunas reflexiones sobre los temas que nos plantea esta espléndida novela. Violet no recela de las librerías, de la literatura o del arte en general; sólo de aquello que escapa a su control. Lo que querría es organizar ella misma los programas y actos que verdaderamente merecen la pena. En pocas palabras, Violet cree que los habitantes de Hardborough precisan de su juicio y buen gusto, de verdadera cultura y se prepara para ofrecerla a través de su propuesta para crear un Centro Cultural.  No es de extrañar que la decisión de Florence de poner a la venta la última y controvertida novela de Vladimir Nabokov, Lolita, sea la disculpa que esperaba Violet para lanzar su ataque final, porque lo que no puede tolerar es que alguien ofrezca a los rudos habitantes de Hardborough la libertad de leer y formarse una opinión de un libro que le disgusta profundamente, aunque no lo haya leído.

Florence no actúa como una provocadora propagandista, siempre manifiesta que no es quien para valorar las obras que vende, tan solo es una comerciante que vende libros, no una crítica literaria. Y esto es lo que Violet denunciará, ya que envolverse en la moral y en los principios es lo que caracteriza a los inmorales y faltos de escrúpulos.

Al igual que algunos reyes españoles encerraban en salas reservadas determinadas pinturas que consideraban podían ser perjudiciales para el común de los mortales, para así poder gozar tan solo ellos de su contemplación (se supone que sin menoscabo de su moralidad),  hay quienes gustan de ejercer de policías de la moralidad e incluso del gusto ajeno, reduciendo al público general a una minoría de edad vergonzante. Por ello no es de extrañar que, en su inmensa sabiduría literaria, Penelope Fitzgerald haya creado el personaje de Christine como ayudante a tiempo parcial de Florence. Pese a ser una niña, es plenamente consciente del papel que desempeña su jefa en el drama cotidiano de Hardborough. Solo ella asumirá conscientemente el riesgo que supone tomar partido por el bando equivocado y, al fin, pagar por ello. 
                                          Penelope Fitzgerald



No es el único ejemplo de talento literario que nos ofrece La librería. Gran parte del texto se construye sobre sutiles diálogos en los que las palabras y su verdadero sentido se disocian aumentando la impresión de sofocante asfixia, de claustrofobia, que emana toda la obra. La hipocresía que impregna las relaciones de los habitantes del pueblo queda magníficamente retratada en el texto a través de silencios y evasivas que van dibujando el mapa real de Hardborough. El ritmo de la narración es otro acierto ya que los episodios se suceden complicando progresivamente la trama hasta llevarnos a su final inevitable.

La editorial Impedimenta ha acertado nuevamente al recuperar a esta autora para el público español presentando la primera traducción a nuestro idioma (a cargo de Ana Bustelo) de este libro, finalista del Premio Booker.

Aunque Hardborough puede representar la resistencia al cambio y la imposición de unos criterios morales por parte de unos pocos, lo cierto es que no debemos juzgar con soberbia a sus habitantes sin antes examinar en cuantas ocasiones nos hemos creído mejores por nuestras opiniones y gustos, cuántas veces hemos jugado el papel de Violet Gamart.