jueves, 22 de febrero de 2018

El fin de semana, de Bernhard Schlink



Aunque la acción principal de la novela se sitúa en la Alemania actual, su desarrollo nos transporta hasta la década de los 70, una época de gran agitación social, de revueltas estudiantiles, y de lucha antiimperialista y anticapitalista, con una narración de hondo calado moral.
Jörg, un antiguo integrante de la banda Baader Meinhoff o Facción del Ejército Rojo, organización terrorista revolucionaria de la izquierda más radical de la República Federal Alemana,  que cumple condena desde hace más de 20 años por sus acciones terroristas, entre las que figuran cuatro asesinatos, es indultado por el Presidente alemán. Su hermana, Christiane, le está esperando a la salida de prisión. Ha decidido llevarle a pasar el fin de semana al campo, a un caserón aislado de su propiedad que ha comprado junto con su amiga Margarete. Una casa peculiar por su mal estado, que no dispone ni de agua corriente, ni electricidad, ni calefacción, donde va a reunir a algunos de los antiguos amigos de su hermano para pasar el fin de semana todos juntos.
Y bajo ese escenario se desarrollará toda la acción. Un lugar aparentemente abierto, sin fronteras, pero que por su aislamiento se convierte para los protagonistas en un lugar enclaustrado. La vida ha llevado por diferentes caminos a cada uno de los allí reunidos, aquellos jóvenes revolucionarios que en su momento compartieron ideas y acciones políticas allá por la década de los 70. Una maestra, un empresario, un periodista, una religiosa protestante, un abogado, algunos de ellos han formado una familia, pero todos abandonaron hace mucho la lucha política sin llegar a los extremos violentos que llevaron a su amigo hasta prisión.
Durante este breve reencuentro de tres días, viernes, sábado y domingo, que les transportará a sus años de juventud de ideas utópicas y luchas por conseguir una sociedad justa, hablaran, comentarán y discutirán sobre sus sueños en común, sus acciones conjuntas y también de las acciones llevadas a cabo por Jörg mucho más allá de la legalidad, la ética y la moralidad. El recuerdo y la amistad están muy presentes a lo largo de toda la narración, pero también el olvido, el rencor, e incluso el odio.
Una novela que más que reflexionar sobre estas cuestiones, invita al lector a la reflexión, a que sea él quien determine los límites a establecer, sin excederse en ningún momento en la crueldad de la realidad que nos cuenta, lo que es muy de agradecer.
Una obra que, aunque se desarrolla con cierta lentitud, no llega a aburrir. El autor maneja con soltura las historias de cada uno de los protagonistas, entretejiéndolas de tal manera que mantiene la curiosidad del lector.
Fuente: http://www.bibliofiloenmascarado.com

jueves, 8 de febrero de 2018

Las que aguardan, de Fatou Diome



Siguiendo el ejemplo de otros clubes de lectura de la biblioteca, inpirados por el club Baobab, dedicado específicamente a la literatura africana, hoy comentaremos Las que aguardan,  un libro que despierta inquietud y malestar, pero al mismo tiempo provoca empatía con aquellas mujeres que también son víctimas del proceso de migración generalizada que se desarrolla entre África y el mundo occidental. Fatou Diome, emigrante senegalesa que se casó con un trabajador francés a los 22 años, lo que le permitió salir de su país, nos detalla como testigo de primer orden el drama de la emigración, no sólo al describir el viaje saturado de obstáculos de los jóvenes que se marchan de las aldeas buscando un futuro incierto pero en esos momentos esperanzador (por los referentes que tienen de otros emigrados), sino centrando el relato, sobre todo, en la realidad que viven las madres y esposas que se quedan (aguardan) y anhelan el regreso de los suyos, confiadas en que la aventura de estos hombres va a cambiar su miserable vida. El libro profundiza en las condiciones de subsistencia que rodean a las familias, el hándicap diario de las mujeres de conseguir algo de comida para su numerosa prole y cómo la tradición y las costumbres tribales se convierten en una lacra, un peso que las obliga a hacer lo que está mandado: servir  a la suegra, honrar al marido, trabajar sin descanso y, ante todo, ser obedientes.
En este relato la autora aprovecha para dejar clara su postura acerca de ciertos temas: los microcréditos, el machismo, la poligamia (que rechaza), las políticas migratorias internacionales afirmando incluso que “el capitalismo humanitario no existe”. Su experiencia como emigrante le da base suficiente para ser rotunda en sus críticas siendo una privilegiada al saber leer y escribir y poder contar lo que sucede.
Aunque el final de la narración resulta un poco irreal no desmerece del resto del relato que nos sumerge en la amputación de la libertad de sus cuatro mujeres protagonistas. Recomendamos su lectura, sobre todo desde un punto de vista que podemos llamar documentalista, si se quiere prescindir del drama novelesco.
Os dejamos el enlace al comentario del libro en el interesante blog África no es un país:  https://elpais.com/elpais/2012/03/14/africa_no_es_un_pais/1331708329_133170.html