La señora Dalloway es la primera de las
novelas con las que Virginia Woolf revolucionó la narrativa de su tiempo, relata un
día en la vida londinense de Clarissa, una dama de alta alcurnia casada con un
diputado conservador y madre de una adolescente.
La historia comienza una soleada mañana de 1923 y
termina esa misma noche, cuando empiezan a retirarse los invitados de una
fiesta que se celebra en la mansión de los Dalloway. Aunque en el curso del día
suceda un hecho trágico -el suicidio de un joven que volvió de la guerra con la
mente perturbada-, lo verdaderamente esencial de la obra estriba en que los
hechos están narrados desde la mente de los personajes, con un lenguaje capaz
de dibujar los meandros y ritmos escurridizos de la conciencia y de expresar la
condición de la mujer de un modo a la vez íntimo y objetivo.
Casi ochenta
años después de su aparición, La señora Dalloway conserva intactas la
oscura belleza y la originalidad que le permitieron ingresar en la restringida
familia de los clásicos del siglo XX.
Virginia Woolf
(1882-1941) es para muchos símbolo de rebelión, para otros exponente del
movimiento feminista y de la literatura moderna, y para algunos más simplemente
un genio de la escritura. Era una mujer que hablaba sobre las dificultades de
exponer sus ideas a través de la escritura en el tiempo que le tocó vivir, tal
como lo expresa en su ensayo más famoso, Una habitación propia (1929):
"Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir
ficción”.
La
autora de obras como La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando
(1928) y Las olas (1931) luchó casi toda su vida con su salud mental,
pues fue diagnosticada de demencia y trastorno bipolar. Durante su vida sufrió
de crisis nerviosas y depresivas, de las cuales sentía que empeoraba y que no
podía recuperarse. Su pensamiento, las crisis que vivía, su niñez entre libros,
la muerte de su madre, la Primera y Segunda Guerra Mundial, así como el rol de
la mujer del siglo XX están plasmadas en sus letras.
“Las mujeres han
vivido todos estos siglos como esposas, con el poder mágico y delicioso de
reflejar la figura del hombre, el doble de su tamaño natural”,
En una
de sus crisis depresivas decidió quitarse la vida el 28 de marzo de 1941 (había
intentado suicidarse dos veces anteriormente): llenó los bolsillos de su abrigo
con piedras y se tiró al río Ouse en Sussex, Inglaterra.
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